Sin duda nos
encontramos en un contexto de revolución tecnológica en la cual, es notoria la
intervención de máquinas e instrumentos o herramientas tecnológicas para llevar
a cabo distintas
acciones humanas. Incluso la misma comunicación es intermediada por un
elemento tecnológico (redes sociales).
Aún así, creo
apropiado repensar esta revolución desde una perspectiva de acceso y producción
de la información. Carlos A. Scolari
habla sobre una convergencia de los medios informativos abarcando distintas
dimensiones (sociales, culturales y económicas). Entonces, pareciera que esta
revolución está guiada por un mismo objetivo.
Jenkins sostiene que
“en la era de convergencia los consumidores se vuelven cazadores y recolectores
de información proveniente de múltiples fuentes”. Es decir, los usuarios
explotan este potencial para desplegar las narrativas transmediáticas
(historias que comienzan en un medio y se expanden a lo largo y a lo ancho de
la ecología mediática).
Una buena parte de
los procesos y capacidades humanas pueden ejercitarse a través de la práctica narrativa.
Es decir, construir un relato permite expresar una predicción o contar un
experimento (procesos conceptuales). Por otro lado, producir una narrativa
implica fijar objetivos y planificar una serie de actividades (redacción de un
guión, edición final del texto, procesos analíticos). Este desarrollo de
procesos a través de las narrativas transmediáticas nos permite reflexionar
desde un marco del contexto educativo. Día a día estamos produciendo y
consumiendo estas narrativas ya que el espectador, en este caso puede ser un
alumno, adquiere un rol activo en la búsqueda de recursos dispersos, navegación,
búsqueda y selección de material relevante y válido.
Jenkins propone una
lista de aptitudes que la nueva pedagogía debe impulsar en este contexto
trasmediático, por ejemplo habilidades como jugar, actuar, simular, remixar,
etc., y otras competencias como saber interactuar con herramientas que expanden
las capacidades mentales (cognición distribuida) o navegar en un flujo
narrativo multimedia el hacer narrativo, entendido como una práctica de interpretación
y producción de sentido transmediática, considero que deberían ocupar un lugar
destacado en los procesos de enseñanza- aprendizaje. Incluso el uso de los
dispositivos móviles dentro de los procesos de enseñanza-aprendizaje pueden
abrir nuevos espacios para la educación. Los portales deben promover este tipo
de prácticas y dar apoyo a los docentes interesados en implementarlas.
Carlos Scolari en su
obra “convergencia, medios y educación” nos describe los proyectos, contenidos
y servicios que vinculan dos ejes articuladores de la convergencia: la
producción de narrativas que abarcan diferentes medios y la producción de
contenidos a cargo de los usuarios.
Para ir cerrando, la
convergencia entre educación, comunicación y tecnología se está produciendo a
ritmos variables pero es un proceso “irreversible” y de escala global (los
portales educativos son un actor fundamental del proceso de convergencia ya que,
los portales brindan la palabra a los actores del proceso de
enseñanza-aprendizaje).
Concluyendo, es necesario
fomentar los polialfabetismos para que los alumnos puedan crear sus propios
contenidos en todos los medios y lenguajes posibles. El polialfabetismo también
debe incluir la capacidad de analizar críticamente las producciones transmedia.
Algo que me parece interesante
es que la tecnología no solucionará por sí misma los problemas de la educación.
Por ello, es convenientemente implementar la tecnología de las redes digitales
para facilitar los intercambios y la construcción colectiva del conocimiento.